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Testimonio de sobrevivientes

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Las caras con las que me enojé, las que amé o con las que me reí, ya no estarán más en el aula

  • Izik B.'s story

Nadie sale vivo de la vida. Aprovecha cada minuto

Tengo tres pesadillas que soñé cuando era muy pequeño. Nunca volvieron y aún así, quedaron grabadas en mi mente para siempre.


En una de ellas, estoy corriendo por un bosque perseguido por un grupo de terroristas. Corro como loco tratando de escalar una colina; se están acercando mucho… Y en ese momento me desperté.

El sábado esta pesadilla cobró vida con toda su fuerza.

Yo tenía a mi cargo un food truck en el Festival Nova realizado en el sur de Israel. El viernes por la noche, como a las tres de la mañana, en medio de mucho trabajo, se acercó hacia mí una anciana de pelo corto gris, bastón y ropa de profetisa medieval. Me puso una nota en la mano y siguió su camino. No entendí muy bien de qué se trataba, pero me intrigó y eché un vistazo a la nota. Allí decía:


"Nadie sale vivo de la vida. Usa todo lo que tienes. Te lo dedica, la vieja de la nota y el bastón".

Me dije a mí mismo, qué quiere de mí esta vieja con estas notas estresantes. Arrugué la nota y seguí trabajando.

El sábado a las seis de la mañana, desperté a mi compañero Dorón y le dije que es hora de cambiar de turno y que yo me voy a dormir.


A las seis y cuarto me tiré sobre el colchón, a las seis y media nuestro chef Lotán me despierta enloquecido, “levántate, levántate, están disparando misiles, hay sirenas de alerta roja”. Salté y miré el cielo del amanecer a través de una tela colorida y alegre planeada para dar sombra al día siguiente. El cielo a través de ella está plagado de misiles y explosiones para interceptarlos. Parte de los participantes del festival corrió a escaparse; otros, inmóviles, miraban atónitos el espectáculo surrealista.


Durante los primeros minutos pensé que era simplemente otra provocación de los salvajes que nos rodean. Que se acabaría, empacaríamos todo y nos iríamos. Pero no paraban, al contrario: un misil tras otro, una explosión tras otra.


Le digo a Dorón que la cosa se está poniendo fea, que empaquemos y nos vayamos. Lotán y yo empezamos a empacar bajo fuego y Dorón dice que traerá el coche. De repente escucho cantidades de tiros de ametralladora en el bosque. Como el festival está bastante cerca de la frontera pensé que vendrían de allí. No pasan dos minutos y una camioneta emerge rápidamente del bosque, con dos guardias de seguridad y una chica joven sentada entre ellos con la cabeza y la cara ensangrentadas, gritando: “¡me tiraron a la cabeza! ¡Socorro!, ¡terroristas!, ¡mataron a todos mis amigos!”.


El servicio médico de emergencias israelí equivalente a la Cruz Roja y el personal de seguridad del lugar, no sabían exactamente cómo reaccionar y, debido a la naturaleza del festival, le preguntaron si estaba segura de no haber tomado algún alucinante, o tal vez se hubiera caído y dado un golpe en la cabeza.


Y ella aullaba: “¡no estoy alucinando!, ¡Aparecieron cantidades de terroristas, ayúdenme!”.

Y todo bajo un bombardeo infernal.

En ese momento me di cuenta de que algo muy poderoso estaba pasando.


Llamé a Dorón y le dije que se fuera, que hay terroristas. Sólo atino a pensar en mi hijo Tevel y le aviso a Dorón que yo también me voy de aquí ahora mismo. Con su gran corazón, Dorón insistió en que sacáramos el food truck prestado por un querido amigo. “¡Al diablo con el equipo, qué importa ahora!”


Lotán y yo subimos al auto, lo pongo en modo 4x4 y logro pasar un pequeño atasco no más salir. Más tarde nos quedamos varados en un atasco enorme en la carretera, con una patrulla atravesada impidiendo seguir viaje. Hay policías empuñando armas sin tener idea de lo que está pasando ni adónde ir. En realidad, nadie sabe lo que pasa.


Entonces una chica vuelve, señala en dirección a la enorme cola de coches y le grita a los policías que ahí hay terroristas y que están asesinando a todos los pasajeros de los coches parados. Todo el mundo se pone histérico. La policía nos dice que arranquemos hacia el este o que salgamos a pie al descampado. Ese mismo terreno descampado por el que ustedes nos vieron en las noticias, a todos nosotros corriendo como un blanco fácil.


Me subo al auto. Ya estoy planeando cómo haré para evitar el atasco y cómo voy a subir rápidamente la colina para alejarme de aquella pesadilla que volvió a aparecer.

Giro la llave pero el coche no arranca. No fue una señal alentadora en la situación en la que nos encontrábamos, pero rápidamente entré en razón. Salimos del auto y comenzamos a caminar.


Caminamos rápido y en ese momento escuchamos cantidades de disparos y unos espantosos gritos a lo lejos. Se oían de todas direcciones.


Un coche se detuvo a nuestro lado y ofreció llevarnos. El tráfico se mueve muy lentamente; yo procuro mantenerme alerta a todo. Llamo a Dorón y le imploro que escape porque se trata de un verdadero ataque terrorista.


Ahí me dice que el ejército no deja salir a nadie de la zona del festival porque está todo rodeado por terroristas. En ese momento la llamada se corta.


Entonces miro los autos en la colina y me doy cuenta de que están dando la vuelta. Pero no un giro de “uf, me confundí con el camino”, sino un giro a la Chuck Norris. Cuarenta autos a la vez, un caos. En realidad, me salvé gracias a que mi auto se quedó atascado, porque para evitar todo el tráfico mi plan original había sido rodear la colina. Le digo al conductor: “Hermano, dá la vuelta. Por alguna razón lo están haciendo todos, algo está pasando”. Era un poco terco y no quería aceptarlo pero al verlos, arrancó.


Volvimos hasta la intersección con la policía y luego empezaron los tiros muy de cerca. La gente grita, sale a toda velocidad por todas partes, y le digo al conductor que salgamos de aquí, que arranque, que no importa a dónde vaya, que solamente acelere. Se enojó porque le dimos instrucciones y decidió no moverse. “Si tengo que morir”, dijo, “que así sea”. Espero que esté vivo. Salté del vehículo sin dejarlo terminar la frase y comencé a correr por el campo relativamente cerca de los árboles, para rodar hacia adentro y esconderme si fuera necesario, como lo hicieron otros.


Corro y corro con todos y los disparos se van acercando…

En ese momento yo estaba tres días sin dormir. En ese mismo sitio del festival habían hecho una fiesta el día anterior en la que también trabajamos y ahora corro para salvarme la vida mientras oigo cientos de balas silbando alrededor de mi cabeza. Imagínense la filmación más sensacionalista de una noticia y exagérenlo mil veces más.


Por el shock, me flaquearon las piernas como diciéndome “basta, ya no te funcionamos más” y yo me digo a mí mismo “cáete como si estuvieras muerto o corre al bosque y escóndete”. Y otra vez me viene a la cabeza la imagen de mi hijo. En ese mismo momento pasó un autito Skoda a poca velocidad. Abrí la puerta trasera, salté dentro y después se subieron otras tres chicas, así que Íbamos en un auto pequeño muchas personas - y el conductor, un verdadero ángel, seguía acelerando. En el camino había autos agujereados y cuerpos desparramados; imágenes que nunca olvidaré.


Llegamos sanos y salvos a una carretera sin creer todavía que habíamos sobrevivido ese infierno. En cada control militar del camino, no sabíamos si eran soldados nuestros o terroristas.


El teléfono de Dorón no está disponible.

El conductor me dejó en una gasolinera cerca de Ashdod y allí me recogieron para ir a casa.

Sin más entrar, abracé a Tevel con toda la fuerza del mundo.

Empecé a llorar como un hombre que sabe que hoy le ha sido nuevamente concedido este regalo que es la vida. Usé lo que tenía, como decía la nota de la anciana del palo.

Abracé a Jani, mi mujer,sin poder soltar a mi hijo.


Escribo todo esto y se me caen las lágrimas sobre la pantalla del celular.

Veo imágenes de chicos y chicas que emanan alegría de vivir. Este. está desaparecido y esta secuestrada; ella fue asesinada y él está herido. Un duelo compartido se cierne sobre el país, como si estuviéramos viviendo un interminable día de conmemoración por todos nuestros muertos desde el principio de los tiempos hasta ahora.

Y nosotros, que sobrevivimos pero sangramos.

La mitad de ellos vino a comprarnos comida la noche anterior.

No lo puedo creer.


De manera que a esos viles y malditos terroristas, seres monstruosos inmerecedores de una molécula de oxígeno siquiera; a esos seres sedientos de sangre que asesinaron a familias enteras, que abusaron y secuestraron desde bebés hasta ancianos, que arrasaron con todo lo que floreció como en las épocas más oscuros de la historia solo por ser judíos - así también como a todos quienes apoyan tales actos - desde aquí les digo:

El pueblo judío es una fuente de luz que brilla en la oscuridad - una luz que nada ni nadie podrá extinguir.

Quien no pudo atraparme en una pesadilla cuando tenía diez años tampoco logró hacerlo ese sábado.

* Escribí todo esto el otro día, cuando todavía estábamos orando para que Dorón sobreviviera el infierno. Ayer, con un dolor desgarrador, me enteré de que esos sujetos satánicos lo habían asesinado.

Dorón B., amigo, chef. Ahora un vacío enorme en el corazón. Tú que parecías un vikingo pero no hubieras hecho daño ni a la punta del ala de una mosca, con tu corazón puro, tu risa y tu enorme bondad. No podré olvidar las conversaciones que mantuvimos durante los tres días que trabajamos juntos en aquel campo. Cocinábamos, nos reíamos, nos divertíamos; oh Dios mío,no puedo respirar.

QEPD


Envío desde aquí mi sentido pésame a las familias que perdieron lo más amado, mis deseos de pronta recuperación a los heridos, que encuentren vivos a todos los que siguen desaparecidos y que regresen los secuestrados muy pronto a sus casas.

Porque esta herida debe empezar a cicatrizar.

*Gracias a todos por los mensajes alentadores. Somos un pueblo increíble y con todas nuestras tonterías, me siento orgulloso de formar parte de él.


** El texto fue escrito hace dos días y cada vez llego a más conclusiones sobre ese infierno.

Empezaron con un ataque con misiles que no paró durante al menos dos horas, especialmente sobre el festival.

Las incesantes explosiones arriba de nuestras cabezas, sacudían el suelo.

Es cierto, hubo muchas fallas militares que nos llevaron a esa situación, pero un sistema actuó de manera excepcional, como siempre: la cúpula de hierro.

Si los misiles de Hammás dirigidos al festival hubieran logrado su cometido, mil podría haber sido allá solamente un número real de muertos.

Ya no sé qué pensar.



*** En cualquier caso, comencé un proceso de sanación externa e interna. Quisiera ayudar y acompañar a otras personas que sobrevivieron este infierno.

He abierto un grupo de Facebook llamado "Sobrevivientes del Festival Nova"

El grupo proporcionará una plataforma para compartir testimonios, divulgar medios de apoyo y herramientas para enfrentar la dura situación que nos toca vivir, con asesoramiento de profesionales capacitados, entre ellos, expertos en trauma.

Por lo tanto, si conoces a otros sobrevivientes, infórmales sobre este grupo para su bien.



Izik B.


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